martes, 23 de agosto de 2011

Un minuto

La primera vez que vi que se hiciera; no se desde cuando se haría, pero fue la primera que yo lo vi; fue por allá un poco antes de mi cumpleaños, en 1989, cuando por la muerte de Dámaso Pérez Prado, el mismo del mambo; aquel boxeador, el "maromero" Paez, antes de empezar una de sus peleas, pidiera él mismo un minuto...de aplausos. Desde entonces veo casi siempre que alguien muere ya sea en estadios de fútbol o cualquier lugar donde haya gente reunida, se pide por el sonido local, "guardar respetuosamente un minuto de silencio" y la gente respetuosamente guarda...un minuto de aplausos y yo me pregunto, ¿por que aplausos? Cuando vi lo del "maromero" pensé, bueno, fue por una persona que se dedicó al espectáculo y puso a muchos a bailar, pero de ahí a que cada que alguien muere, no importa que sea un torero, un político (bueno a ellos no), deportista, artista, escritor o por las muertes de un desastre natural en algún lugar del mundo la gente empiece a aplaudir, no lo entiendo. Me llamó la atención cuando llegué a vivir al pueblo en donde radico por trabajo, que cuando hay un cortejo fúnebre, llevan el cuerpo en el vehículo y la gente atrás siguiéndolo, con música, incluso en ocasiones con mariachi. Cuando un policia muere en cumplimiento de su deber, ahí va el cortejo, con algunas patrullas, con las sirenas a todo lo que dan. No se en que otros países se haga igual, pero pareciera que lo que menos queremos es guardar silencio, como si tuviéramos temor de meditar en que no estamos exentos de que pudiéramos ser víctimas de un desastre natural. Pienso que al guardar un minuto de silencio, sería para acompañar a los familiares del fallecido, pero no, hacemos todo lo contrario, como si quisiéramos no escuchar nada mas que el escándalo que hacemos, no vaya a ser que la muerte ande cerca y se le ocurra decirnos algo, o quisiéramos olvidar que algún día nos va a suceder lo mismo. Parece que no queremos tomar un momento para pensar, escuchamos música estridente, entre mas saturada de sonidos mejor, como para no pensar que existen decepciones. Tal vez sea eso, evitamos pensar y hacer como que no nos va a pasar eso mismo, como el que sabe que le viene un problema y mejor voltea a otra parte como si de esa forma desaparecieran los problemas. Hay algunos que dicen que los mexicanos nos reímos de la muerte por aquello de que se celebra el día de muertos. Yo mas bien creo que le tememos mucho y preferimos estar bien con ella para que así no nos lleve, de ahí el culto a la santa muerte. Creo que somos como Macario, el cuento de Bruno Traven en el que el protagonista a nadie le da de comer, ni a Dios, ni al diablo, pero cuando se le aparece la muerte, prefiere compartir con ella, así al menos mientras ella coma él vivirá. Como si de tanto temor que le tenemos a la muerte, tratáramos de borrar eso que el sonido local nos acaba de recordar.