En ocasiones hacemos cosas solo con el fin de quedar bien,
otras más las hacemos simplemente por costumbre y otras porque lo necesitamos o
nos nace de verdad hacerlas.
Las primeras normalmente son resultado de interés o porque
por lo que alguien más hizo. Las segundas son algo que se hace casi
mecánicamente, sin sentir nada y tampoco esperamos nada.
Las cosas que hacemos porque nos nacen, porque por alguna
razón sentimos la necesidad de hacerlas, ya sea por la temporada que se vive o lo
que ha pasado últimamente o tal vez porque se quiere tener contacto con
alguien; son distintas a las dos anteriores.
No es raro que a finales de año se trate de acercar a personas
con las que el resto del año tenemos una relación un tanto distante, sea cual
sea la razón.
Puede ser que a quien se hace el intento de acercarse, pueda
pensar “claro, como es navidad, ahora si, a ver, ¿Por qué no lo hizo el resto
del año?”, pero eso no debería ser razón para plantearse el dar el primer paso
o no hacerlo. Si las cosas se hacen bien, se es responsable de eso que se hace,
pero no de que la otra persona tenga interés en tomarlo de la mejor manera. No
se es responsable, por lo menos en el momento reciente, de que la indiferencia
que se pueda presentar.
Puede ser hasta cierto punto triste que se no exista interés
por los acercamientos que se hacen, pero viéndolo del otro lado, se puede estar
tranquilo porque desde el inicio no se esperaba nada a cambio, solamente se
hacen las cosas que se harían con un buen amigo.
El problema a veces para algunos, pudiera ser ese último
precisamente, los otros son amigos.