jueves, 26 de junio de 2014

Coincidencias

Coincidimos por pura casualidad, uno de esos días en que hay poco menos que nada que hacer. Al principio fue una especie de desinterés de parte de los dos, tal vez solamente un poco por ser mi manera, una sonrisa y ya, de su parte nada, luego de su parte un saludo y yo, sin que fuera mi intención, algo parecido a indiferencia hacia ella.

Así pasaron algunos días hasta que correspondí a su saludo. Podría decir que a partir de ese momento comenzó todo realmente. Prácticamente íbamos a todos los lugares juntos; siempre y cuando no fueran cosas de trabajo o propias de cada uno, me acompañaba siempre. Yo la invitaba a comer y se le notaba que me acompañaba con gusto. Le compraba lo que llegué a pensar le gustaría y si, le gustaba. Sería injusto decir que estaba por interés, no, de alguna manera sentía que cada uno hacía lo que hacía por gusto, yo lo hacía y ella demostraba lo mismo.

Llegó el momento que por alguna razón nos separamos, se fue y me quedé con lo que había comprado para ella. Dejé pasar un día, luego otro, y así pasaron y yo con eso que me resistía a darlo a alguien más, no fuera que regresara.

Un día nos vimos nuevamente, si eso era una sorpresa, más lo fue el que se alegrara de verme y que yo también me alegraba de volver a verla. Otra vez íbamos a un lado y a otro juntos. En más de una ocasión me preguntaron, “¿vienen juntos?”; y yo contestaba afirmativamente con ojos de, “¡Claro!”

Otra vez un buen día me dejó sin ninguna explicación -¿Mencioné que la primera vez lo hizo de la misma manera?-. Me dejó y no tenía idea de por qué lo había hecho, simplemente lo hizo, ella tomó la decisión, hizo su elección y yo no sabía la razón.

Me dejó, como dice Sabina, “Como se abandonan los zapatos viejos” y puedo pasar los días preguntándome ¿por qué lo hizo?, o simplemente aceptar lo que hizo, hacerme a la idea de que es su manera de ser, parte de su naturaleza y quedarme con los buenos momentos que pasamos juntos y, ¿por qué no decirlo? me hizo darme cuenta como con muchos de su clase.

¡Que agradecidos son los perros callejeros!