Hace algún
tiempo sucedió un malentendido o algo así en mi trabajo, en cierto momento
comentándolo con alguien muy cercano a mi, me decía esa persona algo así como,
-no, no aceptes un error. Palabras más, palabras menos, la idea era esa, en
pocas palabras me recomendaba no pedir perdón. No estoy muy seguro, puede ser
que la intención en el fondo de ese consejo fuera buena para un ámbito laboral,
como dije, no estoy seguro, pero me quedó muy grabado el comentario. Con el
paso de tiempo observaba que consciente o inconscientemente esa era la manera de
operar en otras situaciones de ese alguien muy cercano a mi.
Lo anterior
me llevó durante algún tiempo a pensar en cómo a algunas personas les cuesta un
mundo pedir perdón, como si el consejo aquel lo pusieran en práctica en su vida
diaria.
Como en todo,
los excesos no son buenos, no podemos andar por ahí pidiendo perdón por todo a
cada momento, ni hacerlo una y otra vez por lo mismo que ya se hizo, se pide
una vez y ya, se da el perdón o se acepta la disculpa y se acabó, lo siguiente
sería aprender y tratar de no cometer el mismo error. Tampoco podemos perdonar
sin hacerlo realmente. Es muy frustrante que si supuestamente se ha sido
perdonado, con el tiempo se comprueba que realmente no es así, que tal vez lo
que se deseaba era seguir con los planes originales, porque no se desea tener
una discusión o porque lo que se quiere es que lo deje en paz esa persona que
pide perdón. Siempre en algún momento saldrá la verdad, no se perdonó ese error
cometido.
Normalmente
las opiniones que damos, ya no digamos los consejos que llegamos a dar cuando
nos los piden y hasta cuando no nos los piden, son reflejo de lo que hacemos o
como nos comportaríamos en una situación similar. En el caso de la opinión que
me dieron, pude ver que eso se llevaba, no solamente en una situación como la
que yo pasé, sino que podría decirse que en otras distintas.
Si es cierto,
hay a quienes consciente o inconscientemente no desean o no tienen interés en
pedir perdón, (me gustaría pensar que es inconscientemente, pero puede que haya
alguien que sea consciente), es decir que la idea de inicio, no aceptar un
error o no pedir perdón, lo lleven presente en todo lo que hace diariamente.
Pueden ser muchas cosas las que pudieran explicar esa forma de comportarse,
orgullo, soberbia, temor a verse débiles...
Si fuera
orgullo, no encuentro alguna otra explicación a que es un orgullo malentendido,
igual que el consejo, habría que saber cuando ponerlo en práctica y cuando no.
Si fuera por
soberbia, sería como si tuviera el yo tan sobrevalorado, que se pensara que no es posible que esa
persona pueda equivocarse, como si se estuviera, la persona o los actos de
ella, por encima de los demás.
Por el temor
a mostrar debilidad, pude ser que en un ambiente competitivo el temor fuera justificable,
lo importante sería encontrar la manera de no mostrar debilidad pero si
reconociendo un error. Pero en una relación de amistad, sentimental, familiar;
no es válido ese sentimiento porque no hay o no debería haber competencia, porque
en una relación sana, no se es mejor hijo a los ojos de los padres, tendrán sus
defectos unos y otros, pero no podría haber preferencias. A los amigos se les
puede querer de maneras diferentes, ser más cercanos a unos, pero ¿de qué
manera se podría ser más fuerte como amigo como para, en dado momento no
aceptar un error? En una relación sentimental, si es sana, el no aceptar o
reconocer un error o no ofrecer una disculpa a tiempo, lograría algo muy
distinto a no mostrar debilidad, al contrario, nos muestra ante la otra persona
como que no nos importa su sentir.
El consejo
que me dieron aquella ocasión, lo sigo teniendo presente, me hizo que lo
meditara por un buen tiempo y que llegara a la conclusión, de que sí, puede ser
que no literalmente, pero algo de razón tenga, pero en la vida diaria, con las
personas que me rodean, tal vez no sea lo mejor aplicarlo al pie de la letra.