lunes, 8 de septiembre de 2014

Amor

Hace poco llegando al departamento, al abrir la puerta del edificio, no pude evitar ver a menos de media cuadra una pareja de novios, muy románticos ellos, abrazados besándose. No llegaban a los excesos en que algunas parejas llegan a caer, que sin importarles que están en la vía pública más que romanticismo, es vulgar ya lo que hacen, digo, al menos váyanse a lo oscurito si no a un hotel. Recuerdo cómo en mis tiempos de estudihambre, en una ocasión que muy temprano iba en el camión a la escuela, casi hasta atrás del mismo, una pareja iba de lo más acaramelada, él dándole besos en la mejilla y acariciándole el cuello y ella con los ojos cerrados casi en éxtasis, sin importarles que el camión iba lleno ni las miradas de los curiosos.

No es raro que casi en cualquier ciudad vemos cómo va creciendo más y más, yo mismo lo veo en la ciudad, pequeña y todo (o no tanto), en los diez años que tengo de haber llegado, por la razón que me den, pero somos bastante más que cuando me mudé aquí. Al pasar por las escuelas veo montones de niños, muchos de ellos no nacían aun cuando llegué al pueblo.

Con el gusto que toda la vida he tenido por esos programas que para algunos pueden ser aburridos o por los que mi novia me decía que soy un ñoño, recuerdo haber visto uno cuando estaba en la primaria, en el que decían que estábamos cerca de ser 5000 millones de habitantes en el mundo, le ponían fecha para llegar a esa cifra (¿cuál fecha? No recuerdo tanto así), el caso es que ya somos más de 7000 millones. Por ese tiempo en México éramos más de 60 millones, ahora somos algo así como 112 millones.

Tanto número podría atarantar a cualquiera, otros podrán ponerse profundos y querer hacer comentarios pseudofilosóficos o sacar sus propias conclusiones. Yo creo que la explicación puede ser más más sencilla de lo que se cree. En el mundo y especialmente en México debemos de tener muy presente el amor en la vida diaria, porque en relativamente poco tiempo casi se llegó al doble de la población, poco o muy románticos, pero amorosos, creo que mucho.

En una ocasión platicando con una mujer, ella sostenía con todas sus fuerzas que todos los hombre no servían, que ninguno valía la pena, que ninguno servía ni como persona, ni como pareja ni como nada, sobra decir que le había ido mal en su relación. Llegó el punto en que me hartó escuchar como despotricaba contra mi género y que generalizaba a pesar de lo que yo le decía y entonces le pregunté

-¿Eres mamá, verdad?
–Si
-Tienes un niño ¿verdad?
-Si
-Bueno, tienes un hijo, es hombre, entonces ya sabemos cómo será cuando crezca, será una persona que no vale la pena, alguien que no va a servir ni como hombre, ni como pareja, es más, no servirá ni siquiera como persona. Tu lo dijiste, ningún hombre vale la pena, sin excepción
-No, él va a ser diferente, porque yo le inculco valores y…
-Pero tú misma lo dijiste
-No, él no… bla, bla, bla…

Habrá quien diga que mucha de esa explosión demográfica sea solamente por instinto, que mucha de esa gente se dejó llevar por sus deseos carnales; generalizando. Puede que tengan en parte razón, pero no del todo, no se puede decir que todo sea solo por haberse dejado llevar por el deseo. En lo personal prefiero pensar que buena parte del aumento de la población, tanto en el País como en el mundo, ha sido porque el amor está presente en la vida diaria.


Una hora después

Por ahí de una hora después de haber llegado, salgo del departamento y veo que más o menos a media cuadra sigue la parejita que vi cuando llegué, pero ahora veo que ella tiene un abultado abdomen a punto de reventar, fácilmente de ocho meses. No pude evitar pensar que, tal vez sus encuentros son así y frecuentes y quien sabe, a lo mejor luego de tanto en una de esas pegó el chicle.

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