sábado, 14 de septiembre de 2013

Coincidir

Por razones que no puedo entender o por casualidad, tres meses del año tienen un significado muy importante para mí. Casualidad porque son tres meses consecutivos, julio, agosto y septiembre.
Septiembre, es el mes en que hice padres a una pareja de jóvenes y podría decirse que tanto ellos como yo tenemos algo que celebrar (al menos eso creo), aunque para ser correctos, el cumpleaños de cada uno de nosotros podría muy bien celebrarse el día de la concepción, pero eso es mucho pedir. Para empezar, todos seríamos nueve meses mayores. Pero comenzando por el principio y  por orden, las cosas han sido así:
Julio. Fue en este mes en 2005, en que, acabando de regresar de Monterrey, luego de la visita de poco menos de una semana de un amigo de la infancia, me pidieron en mi trabajo que fuera a la oficina principal. Dos días allá y de regreso a Guanajuato, con el aviso de que el 4 de julio me visitaría mi jefe. Así que regresé la última semana de junio y fue el 2 de julio el día que todo comenzó.
Luego de que el sábado 2 de julio no tuve ganas de salir a donde normalmente lo hacía, porque ya sabía que sería para algo más que trasnocharme y la verdad, no tenía ánimo para eso. Esa noche por una de esas casualidades que le ponen a uno la vida, coincidimos.
Luego del 2 de julio, al día siguiente otra vez, ya no por casualidad; llegó el 4 de julio, además de ser lunes, de que tendría la visita de mi jefe y de cosas de trabajo que tenía que hacer y que tengo presentes por diferentes razones, es especial, mucho.
Durante el resto del mes, luego de ciertas situaciones, hubo un momento que por error mío, pensé que hasta ahí llegarían las cosas, sentí que, ni hablar, hasta ahí llegaron las cosas. Pero no, las cosas no llegaron hasta ahí, siguieron.
Otro sábado, 6 de agosto, por decirlo de alguna manera, arrancaron las cosas, aunque si se tuviera que recordar una fecha, sin problemas podríamos ir un mes atrás. Siempre o casi siempre traté de darle importancia a las tres fechas.
Septiembre. Como ya dije, la fecha de mi cumpleaños. Viendo hacia atrás, son tres meses en que pasaron muchas cosas, hasta este momento. Como todo era bueno, a nadie conozco que se queje porque en periodos cortos le sucedan cosas buenas. Como si fuéramos merecedores de lo bueno que recibimos. Aunque así fuera, no está de más tomarlo en cuenta.
Con el paso del tiempo, llego al día de hoy, otra vez ubicado en estos tres meses. Julio de ausencia, pero viviendo algo que se sabe que es normal que suceda.
Agosto fue, por lo menos la mitad, un mes de esperanza, planes, algo de incertidumbre y espera. Cómo es odioso tener que esperar la respuesta de alguien más para que le digan a uno que por el momento el tema está suspendido.
Septiembre, otra vez el mes de aniversario personal, pero con algo que para nada es agradable. ¿Cómo puede serlo saber que algo se acaba? No se trata de dejar un empleo en el que se pueden tener 10 o 15 años y se deja para buscar algo mejor o porque le dan a uno las gracias, porque ya no es útil para la compañía. No, no es agradable y mucho menos fácil.
¿La vida sigue? Por supuesto que sigue, no se detiene, pero somos seres que necesitamos una filiación. Yo le llamo, complicidad. Pues la vida tendrá que seguir sin cómplice, sólo, pero sólo en ese aspecto, porque por mucho que sepa que hay personas que están ahí, aquí no está quien estaba hasta hace unos días.
Por la etapa de mi vida que estoy pasando, se siente como si fuera un golpe de los más fuertes, un “estate quieto”.
Atrás quedan las risas, las peleas, las bromas, las reconciliaciones, los planes, los deseos, las vacaciones. ¿Me quedo con algo? Por supuesto. Con todo lo bueno, que ha sido mucho, con el agradecimiento de haber conocido a alguien que ha estado ahí en todo momento,  que compartió los momentos buenos y los malos, que tenía la palabra correcta en el momento indicado, alguien con quien se llegó a tener una conexión que por momentos llegó hasta a dar un poco de miedo.
Aquel que es religioso dirá, Dios sabe por qué hace o permite las cosas. El que no lo es dirá que por algo suceden las cosas. El caso es que yo estoy muy agradecido porque un 2 de julio decidí no salir a donde usualmente lo hacía, cosa por la que posiblemente en ese momento alguien me podría haber dicho que era un aburrido. Yo en cambio, doy gracias porque ese día comenzó la mejor etapa de mi vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario