miércoles, 26 de noviembre de 2014

Respeto

Mucho se dice que el respeto se gana. Cierto, no importa quien sea, el respeto no es algo que venga ya incluido con la persona. Puede ser que por la posición que se ocupa se deba cierto respeto, pero es precisamente eso, la posición la que representa dicho respeto, no la persona, a la persona se va ganando el respeto o no.

Para mí, los padres por ser lo que son, merecen respeto, pero me he dado cuenta que no, no por haberlo vivido en lo personal, sino por lo que he visto. Si un padre no se comporta como tal, ¿cómo han de tenerle respeto los hijos si se ha comportado como todo menos como un padre?

El jefe o la cabeza de una organización se le debe respeto por ser quién es, pero él mismo ha de ir ganándose el respeto de los empleados con sus acciones, de otra manera el respeto que de manera natural representa su posición, lo irá perdiendo como dirigente.

Hay quien opina que me tardo en darme cuenta de ciertas cosas, es probable. No acostumbro a sacar conclusiones apresuradas, a veces puede ser que abuse en dar segundas oportunidades.

Recientemente alguien que tengo bastante tiempo de conocer me hizo darme cuenta de lo anterior. No había caído en la cuenta que con el paso del tiempo, con las actitudes, decisiones, respuestas, forma de conducir, hasta cierta falta de interés, había ido perdiendo mi respeto.

No creo que esa persona esté preocupada por mi opinión hacia él, a final de cuentas si la persona quiere vivir en la mediocridad por su propia elección, es eso, su elección; puede hacer con sus cosas lo que se le pegue la gana. Todos tenemos esa libertad.

También es cierto que la persona que está al frente de algo, lo que sea, está expuesta a las críticas por la naturaleza misma de esa posición, claro, al estar al frente las fallas las vemos todos, todos tenemos una forma mejor de hacer las cosas, sino es que quisiéramos estar en su lugar.

En esta ocasión no fue una simple crítica, perdió el poco respeto que le tenía. Hasta ahora me di cuenta que el respeto que le tenía era ya muy poco, ahora nada. La en que se encuentra la ocupa porque así son las cosas, no necesariamente porque se la haya ido ganando.

Sea cual sea el sentido que haya usado al dirigirse hacia mí, es ya lo de menos para mí, si fue a sabiendas pero queriendo dar a entender que no sabía bien de que se le hablaba fingiendo demencia, es una tontería. Si de verdad estaba tan desconectado y no entendía de lo que le estaba hablando, peor.

Estoy seguro que mi opinión le tendrá sin cuidado, puede hacer lo que quiera con sus cosas y es algo que no me interesa, pero me hace peguntarme, en caso de fingir, ¿qué tanto es probable que finja demencia o lo haya hecho ya para otras cosas que me importen más? y ¿vale la pena dedicar recursos cuando el más interesado (se supone) ni siquiera parece estar interesado?

No lo vale. Mucho se dice que hay que ser profesional, pero ambas partes deben ser profesionales, no solamente una, para exigir hay que serlo también.

jueves, 20 de noviembre de 2014

Tal vez

En más de una ocasión he sabido de personas que dentro de su relación de pareja, tienen un comportamiento que cualquiera se preguntaría “¿por qué sigue ahí?”.

Lo más normal sería que aquel que tiene un comportamiento malo en la relación en un momento dado tome la decisión de hacer algo para dejar de hacer eso que daña la relación.

Si las cosas sucedieran de la manera ideal, el que por fin tomó la decisión de arreglar las cosas y corregir su conducta, con el paso del tiempo cambia y la relación continua feliz sin problemas.

Un hombre es alcohólico, al menos cada semana se emborracha, al llegar a su casa su esposa le reclama, se insultan, pelean, se atacan… y así cada semana por lo menos. Después, cada semana al menos, hablan de los problemas que tienen, que él tiene que cambiar, que no se puede seguir así. Un día él toma la decisión y con el tiempo supera su problema. Todo diría que vivieron felices el resto de su vida.

Irónicamente, no sería poco probable que las peleas se volvieran a dar, tal vez igual que antes, al menos una vez por semana, o más. Pero, ¿por qué? ¿No se supone que, dejando de lado que problemas siempre los habrá, las cosas deberían conducirse de manera distinta, al menos más pacíficamente si es que el problema principal ya no está presente? También es irónico que al pasar el tiempo la pareja se termine separando.

Cualquiera diría que estaban mejor antes. Pero, tal vez había algo más de fondo, algo de lo que ninguno de los dos se daba cuenta.

Viendo cómo funcionaban las cosas, es difícil pensar que alguien ganaba algo cuando discutían cada semana, al menos, porque él llegaba borracho. ¿Es posible que alguno ganara algo con esa conducta? ¿No es ella la víctima de todo esto? ¿Entonces por qué ahora terminaron definitivamente?

Tal vez, sólo tal vez, ella sí ganaba algo sin darse cuenta e inconscientemente ahora que no lo recibe lo reclama.

Tal vez, sólo tal vez, luego de llegar borracho, discutir, insultarse, atacarse; al día siguiente él le ofrecía disculpas, la trataba amablemente, más de lo normal, le llevaba flores y en ocasiones algún regalo como forma de arrepentimiento.

Tal vez, sólo tal vez, ahora que no recibe esas atenciones tiene esa necesidad y su reacción es reclamar por la más mínima razón.

Tal vez antes, inconscientemente ella relacionaba la conducta de él con fuerza, presencia, hombría, tal vez inconscientemente ella se enamoró de él también por esa forma de ser, tal vez era parte del paquete completo.

No hay que ser un genio para darse cuenta que la relación, como estaba no era sana, pero entonces ¿por qué ella se sentía infeliz si ya no era como era él antes? ¿Le gusta la mala vida? ¿Habría sido mejor no haber hecho nada y así de esa manera seguirían juntos, con los problemas de siempre, pero juntos? ¿Para qué arreglar las cosas si eso va a traer otros problemas? ¿Estaban mejor como estaban? ¿Es mejor cerrar los ojos a los problemas y dejar que las cosas sigan su curso, a final de cuentas a todo se acostumbra uno?

Tal vez, sólo tal vez solamente se hizo la mitad del trabajo, tal vez la relación estaba tan lastimada que sí, hacía falta un cambio, pero no solamente de uno sino en cierto grado de ambos, uno por ser el ejecutor de algo que sucedía cada semana, al menos, y otro por ser víctima de eso mismo.

En todo hay dos partes, el que hace y el que permite y no por hacer es el único que debe cambiar, es labor de dos superar lo dañado de la relación, es un camino largo, pero de dos.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Suposiciones

Todos llegamos a caer en algo parecido al condicionamiento, hacemos algo bien y aunque sea muy en nuestro interior esperamos la palmada en la espalda de aprobación como reconocimiento al buen trabajo hecho.

En todo prácticamente funcionamos así, en la escuela, el trabajo, con nuestros padres, en pareja. Es parte de nuestro comportamiento, podría decirse que hasta es una necesidad, eso probablemente los especialistas en comportamiento humano lo podrían explicar mejor, lo que es cierto es que de no darse se cae en una desmotivación (¿será la palabra correcta?.

Así también en otras áreas o situaciones estamos condicionados. ¿Cuántas veces no se presenta una situación que nos trae a la mente otra y así sucesivamente, como si fuera una lista de pasos que se van cumpliendo en forma más o menos consecutivos?

Podría decirse que nos hemos acostumbrado o nos han acostumbrado a que al presentarse el paso A, inevitablemente sigue el paso B y así hasta que se cumplen uno a uno los pasos para terminar con un ciclo.

Pero, ¿se puede culpar a alguien si luego de tanto tiempo de experiencia de ver todos y cada uno de los pasos que se van dando, quiera evitar pasar una vez más por el resto de los pasos que se irán dando?

¿Eso es suponer o simplemente es que se han tenido tantas ocasiones ya para comprobar que después del 1 sigue el 2?

¿Puede acusarse de hacer suposiciones en base a nada por salirse de esa dinámica o será que suponer que en esta ocasión las cosas serán distintas es más un deseo que tener bases para esperarlo?

¿Qué haría pensar que en esta ocasión las cosas serán todo lo contrario a lo que la experiencia y el tiempo se han encargado de demostrar una y otra vez la manera en que se van desarrollando situaciones similares?

¿Qué tanto es tratar de justificar, esperar que ahora las cosas no serán igual que en el pasado, a veces muy reciente? ¿Qué tanto son solamente buenos deseos?

¿Por qué esperar resultados distintos si las cosas se hacen igual una y otra vez?

Si las cosas no son como aparentan, ¿por qué no aclararlo lo antes posible y no dejar que pasen horas y horas y con las horas, días, semanas…?

¿Por qué dejar las cosas a la interpretación cuando es tan fácil dejarlas bien claras?

Estas y otras preguntas me gustaría contestarlas, no suponerlas, sino encontrarles una respuesta.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Cuestión de opinión


¿Cuán importante es la opinión que los demás tengan de nosotros? Creo que todo depende de nosotros mismos, es decir, a fin de cuentas nosotros mismos somos los que le damos mucha o poca importancia a la opinión de los demás sobre nosotros mismos.

Los hay que gritan como queriendo convencer a todos (tal vez quieren convencerse a sí mismos) que no les importa la opinión del resto de la gente que los rodea. Otros al contrario, quisieran poder quedar bien con todos para que todos tengan una linda opinión de ellos.

Al final, como todo, los extremos son una cosa engañosa, ni los que presumen y proclaman sin que se les pregunte que les vale madre la opinión del resto de la humanidad y a veces hasta parece que con ese pretexto van por ahí cayendo en excesos; ni los que hacen todo por tener la aprobación de todos con quienes tienen contacto, cosa imposible, son ejemplos para tomar tal cual, otra vez, como todo hay que buscar el equilibrio, el justo medio.

Porque en un mismo día se puede pasar de ser alguien con quien se hacen planes para las próximas vacaciones y más tarde no desear terminar las actuales juntos o pueden opinar que se es una persona inteligente y días después en otra reunión opinar todo lo contrario o incluso que se es pretencioso, presumido y que se siente superior al resto.

Si permitiéramos que todas las opiniones que escuchamos nos afectaran, se estaría yendo de un lado al otro, desgastándonos en averiguar que hicimos mal para que digan tal o cual cosa de nosotros en lugar de, primero, tomar las cosas de quien vienen; segundo, tomar en cuenta el momento o el estado de ánimo de quién hace los comentarios y tercero, algo anda mal si algo bueno se dice y después todo lo contrario.

A final de cuentas, es probable que ni se es tan bueno como lo dicen los halagos, ni tan estúpido como lo suponen las críticas.