lunes, 7 de abril de 2014

Lealtad o justicia

Siempre escucho la frase, “si te entiendo, me pongo en tu lugar”, pero la gran mayoría de las veces, el que lo dice ni entiende, ni sabe lo que es estar en lugar del otro, ni tiene idea de lo que está pasando la otra persona, esa termina siendo una más de esas frases muy hechas y que se dicen casi sin reflexionar en lo que llevan en su significado.

En una ocasión que trabajaba en una compañía platicando con mi jefe de ese entonces, traté de engancharlo para que me diera un ligero aumento de sueldo. Luego de darle vueltas a la respuesta, me dijo varias cosas que terminaban en lo mismo como, ponerse la camiseta, estar comprometido, sentir la compañía como propia, etc. En otras palabras, ser leales.

Durante los últimos dos o tres años, he pasado por situaciones que me deberían de cambiar en algunos aspectos y desde hace más tiempo estoy expuesto, por así decirlo, a situaciones por las que nunca había pasado. El caso es que en los últimos días he llegado a preguntarme a mí mismo si algo es correcto o no. Cosas que hasta cierto punto están en mis manos, si bien no para solucionar totalmente lo mal que se han hecho ciertas cosas, si por lo menos abonar un poco aunque sea, a eso que está pendiente.

En una entrevista de esas que le hacen a uno me preguntaron sobre mis cualidades, una de ellas dije que soy leal. Y sí, me considero leal, ya sea a mis amigos, a mi pareja, al lugar en que estoy, a mi trabajo… puedo decir que soy muy leal.

También me gusta ser justo, no me culpen de todo, acepto lo que me toca; no culpo de todo, solamente lo que es; no evado mi responsabilidad de algo sea bueno o malo, ¿lo hice? Tendré que dar la cara y afrontar las consecuencias. Qué lindo era cuando nuestros padres salían a responder por lo que hacíamos.

El problema, por lo menos para mí, es cuando siento que por tratar de hacer un poco nada más, lo que es justo, pudiera sentir que me fallo a mí mismo sintiendo que no fui leal; que por tomar una decisión pudiera sentirme que fallé en algo, sobre todo porque lo sabría desde antes de tomar la decisión y saber las posibles consecuencias, si las hay.

Por el otro lado está el saber que alguien más tiene razón en todo y que prácticamente no tendrías que analizarlo, las cosas son más que claras y no hay para donde hacerse así son las cosas y por mucho que esté ligado a la otra parte, no hay vuelta de hoja, ese a quien estoy ligado está mal tanto que yo haría lo mismo para solucionarlo.

Esa es la disyuntiva, que puedo decidir por una u otra pero podría sentir que me fallé sea cual sea. Como todo, lo más fácil sería no hacer nada. Pero no, al quedarme sin hacer nada inevitablemente, aunque dijera que no tome una decisión, caigo en una de las dos opciones, es decir, terminaría igual que si escogiera hacer algo, la diferencia es que diría que nunca fui yo el que decidió, así se dieron las cosas; pero no, eso sería solo como un consuelo para mí, para no sentir que fallé, sería un recurso barato, sacándole al bulto.

Buscando, no excusas, pero si los más posibles lados de la situación, pensé que, si, hay que ser leales, pero, no se puede ser leal solamente hacia un lado, también debe haber lo mismo hacia uno. Qué cómodo pedir lealtad y olvidarse que también del otro lado hay una persona que lo menos que espera es el mínimo de atención, eso sería como aplicar la de, venga para acá y para allá solamente lo que sea necesario, y tal vez en abonos.

En ocasiones he escuchado, por ejemplo cuándo hablan de fútbol y de equipos que no tienen para pagar a los jugadores (empleados), que aficionados les reclaman a los futbolistas que jueguen, que se entreguen, que pongan todo para sacar al equipo de donde está, que sean profesionales. Sí, los futbolistas (empleados) deben de ser profesionales, pero para exigir un jugador (empleado) profesional, también la directiva debe ser profesional y no orillar al deportista a que se distraiga en otras cosas que no sea hacer que el equipo marche bien. Sí, que se “pongan la camiseta”, pero vámonos poniendo la camiseta todos, la camiseta también del otro que no tendría que pasar algunas dificultades que no le corresponden.

Tomaré una decisión forzosamente, porque hasta no hacer nada y quedarme con los brazos cruzados será una decisión, aunque con esta es con la que menos cómodo me sentiría, pero la que tome será la correcta y me sentiré tranquilo conmigo mismo, que en este momento es lo que más me interesa.

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