viernes, 4 de abril de 2014

Tal vez un día

Esta ocasión le pareció más largo de lo normal el camino de regreso. Esa extraña sensación que sentía al ir de vuelta al departamento que no lograba explicar pero que le era ya familiar.

Al entrar al departamento sintió soledad una vez más. ¿Qué más podía sentir? Estaba sólo. Pasó una vez más al sanitario, luego que hacía más o menos una hora había estado ahí.

Al entrar en su cuarto y ver la cama en desorden, sintió nuevamente eso que no había dejado de sentir siempre desde la primera vez, eso que sentía cuando sabía que ahí habría de pasar la noche. Había tratado de hacerse a la idea de que era algo de lo más normal, se llegó a preguntar a sí mismo si otros hombres o mujeres, sentían o habían sentido alguna vez algo como lo que él hasta el día de hoy siente al ver su cama revuelta y pensar que tiene que acostarse a descansar en ella el resto de la noche. El solo hecho de pensar que debía acostarse encima de lo que él llamaba, restos de persona, en ocasiones le revolvía el estómago, tanto que en alguna ocasión prefirió dormir en el sofá de la sala.

Dio la vuelta y decidió sentarse en la sala. En el fondo sabía que no era nada más que para dar largas a acostarse en esa cama. Era eso o cambiar las sábanas y prefirió lo primero y se quedó sentado en uno de los sillones y en la oscuridad del departamento.

Ahí estaba, como desde hace tiempo, sólo, pero no solamente por la hora de la noche o porque hacía mucho que había decidido vivir sólo. Era algo más, como cuando una persona llega a una gran ciudad, con millones de habitantes, pero el recién llegado no conoce a nadie y lo que es peor, no habla el idioma y ni siquiera entiende lo que dicen los carteles. Así se sentía, como si todos pasaran en frente de él y nadie le dirigiera ni una mirada, como si no le interesara a nadie su presencia. Comenzó a dormitar y en sueños veía como un camino hacia atrás coincidía con la puerta del departamento, pero el día que entró por primera vez. El camino que veía le parecía muy largo antes de llegar en donde se encontraba sentado y en todo el trayecto no se veía nada ni nadie. Frente a él veía sombras en medio de la oscuridad, no podía distinguir con claridad los rostros de esas sombras que veía, pero sabía perfectamente a quien pertenecían. Ahí estaba todas y cada una de esas sombras que pertenecían a alguien de carne y hueso que en su momento pasaron por su vida en otras ocasiones y que también en más de una ocasión prefirió hacer tiempo en lugar de acostarse en una cama revuelta.

Poco a poco se va quedando totalmente dormido. Soñando mientras puede. Soñando con la esperanza de encontrar esa persona, la correcta.

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