martes, 20 de enero de 2015

¿Discutir o no discutir?


El único medio de salir ganando de una discusión es evitarla.
Dale Carnegie

En mis recientes vacaciones alguien a quien estimo mucho me comentaba que normalmente terminaba cediendo a lo que decía su esposa, “porque no me gusta discutir”. Al oírlo al principio pensé que era una manera correcta de actuar, hasta llegué a pensar que me gustaría poder ser así, no exactamente, pero si un poco, porque aunque tampoco me gusta discutir y menos pelear, sí termino haciéndolo si algo no me parece. Por alguna otra razón, la frase me siguió dando vueltas en la cabeza y sin proponérmelo reflexioné sobre eso.


Casi a nadie nos gustan las peleas y menos con nuestra pareja, las discusiones pueden, si no se controlan, llegar a arruinar un buen momento o un día completo, cuando no, llegar a ser hirientes, difícilmente uno gana en una pelea de pareja.

Pero de eso a aceptar todo con tal de evitar una discusión, no estoy seguro que se la mejor opción. No tendrían que ir de la mano discusión y pelea, tal vez ahí empiece la confusión, podemos discutir sin necesidad de llegar a una pelea. Pero más importante tal vez sea el hecho de ir guardando pequeñas cosas, probablemente a primera vista sin importancia, pero que por pequeñas que sean juntas forman un gran peso.

¿Cuántas veces no se ha visto a alguien que pierde la paciencia por cosas aparentemente sin tanta importancia? ¿cuántas nosotros mismos hemos perdido la paciencia?

La reacción inmediata es criticar a la persona, decir que es demasiado delicada o intolerante, ya que por muy poco estalló. Pero probablemente no sea tan poca cosa la razón por la que perdió la calma, tal vez esto de lo que nos enteramos, sea solamente la gota que derrama el vaso.

Nosotros mismos, cuántas veces no parece demasiado poco algo incluso si lo vemos fríamente, pero yendo más a fondo nos damos cuenta que no es solamente eso, que hay mucho más detrás, que no es algo tan simple como la película que se escogió o el restaurante al que se fue a comer, sino que tiene una historia de pequeñas cosas con las que no se estaba contento, pero con el pretexto de no querer discutir, se van acumulando y van quedando en el fondo de la memoria y pudiendo salir cuando menos lo esperamos y al tratar de dar una explicación, ni siquiera nosotros mismos podemos relacionar, de inicio, lo sucedido recientemente con lo que pasó antes.

Tal vez lo más recomendado no sea exactamente guardar silencio simplemente, con el pretexto de no querer discutir. Tal vez no sea tan malo discutir o mejor dicho dialogar para dejar claro el propio punto de vista. Hay una gran diferencia entre discutir e imponer algo a los demás, en este caso a la pareja. No se trata de imponer nuestra voluntad al otro, más bien dar una opinión y llegar juntos a un acuerdo. No se trata de quien gana o pierde o quien da su brazo a torcer o a quien se lo tuercen primero.

También existen diferencias entre discutir y pelear, se puede dialogar sin necesidad de llegar a una pelea, pero también hay peleas en las que no se está discutiendo, tal vez estas sean más crueles.

Son cosas tan diferentes pero que terminamos por creer que no existe una sin la otra. Probablemente primero deberíamos tener claro que es lo que se quiere evitar, estando conscientes de que todo tiene un límite, hasta para ceder.

No hay comentarios:

Publicar un comentario