El único medio de salir ganando de una discusión es evitarla.
Dale Carnegie
En mis recientes vacaciones alguien a quien estimo mucho me
comentaba que normalmente terminaba cediendo a lo que decía su esposa, “porque no me gusta discutir”. Al oírlo
al principio pensé que era una manera correcta de actuar, hasta llegué a pensar
que me gustaría poder ser así, no exactamente, pero si un poco, porque aunque
tampoco me gusta discutir y menos pelear, sí termino haciéndolo si algo no me
parece. Por alguna otra razón, la frase me siguió dando vueltas en la cabeza y
sin proponérmelo reflexioné sobre eso.
Casi a nadie nos gustan las peleas y menos con nuestra
pareja, las discusiones pueden, si no se controlan, llegar a arruinar un buen
momento o un día completo, cuando no, llegar a ser hirientes, difícilmente uno
gana en una pelea de pareja.
Pero de eso a aceptar todo con tal de evitar una discusión,
no estoy seguro que se la mejor opción. No tendrían que ir de la mano discusión
y pelea, tal vez ahí empiece la confusión, podemos discutir sin necesidad de
llegar a una pelea. Pero más importante tal vez sea el hecho de ir guardando
pequeñas cosas, probablemente a primera vista sin importancia, pero que por pequeñas
que sean juntas forman un gran peso.
¿Cuántas veces no se ha visto a alguien que pierde la
paciencia por cosas aparentemente sin tanta importancia? ¿cuántas nosotros
mismos hemos perdido la paciencia?
La reacción inmediata es criticar a la persona, decir que es
demasiado delicada o intolerante, ya que por muy poco estalló. Pero
probablemente no sea tan poca cosa la razón por la que perdió la calma, tal vez
esto de lo que nos enteramos, sea solamente la gota que derrama el vaso.
Nosotros mismos, cuántas veces no parece demasiado poco algo
incluso si lo vemos fríamente, pero yendo más a fondo nos damos cuenta que no
es solamente eso, que hay mucho más detrás, que no es algo tan simple como la
película que se escogió o el restaurante al que se fue a comer, sino que tiene una
historia de pequeñas cosas con las que no se estaba contento, pero con el
pretexto de no querer discutir, se van acumulando y van quedando en el fondo de
la memoria y pudiendo salir cuando menos lo esperamos y al tratar de dar una
explicación, ni siquiera nosotros mismos podemos relacionar, de inicio, lo sucedido
recientemente con lo que pasó antes.
Tal vez lo más recomendado no sea exactamente guardar
silencio simplemente, con el pretexto de no querer discutir. Tal vez no sea tan
malo discutir o mejor dicho dialogar para dejar claro el propio punto de vista. Hay una gran
diferencia entre discutir e imponer algo a los demás, en este caso a la pareja.
No se trata de imponer nuestra voluntad al otro, más bien dar una opinión y
llegar juntos a un acuerdo. No se trata de quien gana o pierde o quien da su
brazo a torcer o a quien se lo tuercen primero.
También existen diferencias entre discutir y pelear, se puede
dialogar sin necesidad de llegar a una pelea, pero también hay peleas en las que
no se está discutiendo, tal vez estas sean más crueles.

No hay comentarios:
Publicar un comentario