Nací en una familia católica, mi madre me enseñó las primeras oraciones; aún recuerdo cuando cuando me eseñaba a persignarme. De entre otras cosas que me enseñó, está el respeto, respeto a Dios y a los demás, no importa si está mas amolado que yo, si es mas prieto, feíto o andrajoso. También me enseñó a respetar a los demás por su creencia, después de todo, creen en el mismo Dios, decía. Recuerdo el regaño que me dió porque se enteró que me burlé de un compañero de escuela del que todos hacían burla por su manera un tanto afeminada de hablar, no es disculpa el que todos lo hagan, decía palabras mas, palabras menos.
Por eso ahora que escucho a un cardenal de la religión que yo pertenezco, siento, para empezar, pena ajena y pienso que le hizo falta un regaño de parte de su madre, ya que aparte de la forma en que se refirió a los homosexuales, incluyó la soberbia en sus palabras.
Es muy difícil practicar lo que se predica, si en los evangelios se pide que se ame al pecador, si para la iglesia católica, como todas las religiones cristianas el homosexualismo no es aceptable; ¿no debería el cardenal amar, aún a los homosexuales? ¿No debería de evitar la soberbia, al ser esta un pecado? ¿Por que convertirse en verdugos? ¿Qué hay que hacer en estos tiempos? ¿Crucificar homosexuales?
Es tanta la soberbia del cardenal, que agradezco que Cristo haya venido hace dos mil años, porque si viniera ahora, capaz que se le volvería a crucificar y tal vez no serían los judíos, si no los propios cristianos los que lo matarían. Y si viniera a México, podría ser que el propio cardenal Sandoval, estaría en primera fila, por que el condenado cometió el delito de haber abrazado a homesexules o como dijo el cardenal, maricones y lesbianas.
¿Por que esa obstinación de pretender que todos los habitantes de una ciudad, estado o país, se rijan por los preceptos o moral, de una religión, por muy mayoría que ésta sea?
Nunca me inscribieron en colegios religiosos, cosa que agradezco ahora que se un poco como son desde dentro. Pienso que una cosa es la instrucción o preparación y otra aparte la religión.
Yo cuando pienso en un sacerdote o en la religión católica, no pienso en los cardenales como el señor Sandoval Iñiguez, pienso mas bien, en el sacerdote que en mi ciudad puso con mucho esfuerzo un comedor para gente pobre, en el que servían dos comidas diarias; pienso en el sacerdote que a las tres de la mañana fue a ver a mi abuelo poco antes de morir o en el padre estadounidense, que en una colonia de mi ciudad, hacía él mismo bloques con una máquina prestada, para construir la capilla de la colonia en que estaba.
Ahora cuando me pregunten si soy católico, como Catón, voy a contestar, si, pero no tanto.
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