lunes, 2 de agosto de 2010

Un día como hoy

Hace ya seis años, (como ha pasado el tiempo) que llegué a Guanajuato, sin saber lo que me esperaba, aún ahora no se que me espere, pero hace seis años estaba peor. Me tomé mi tiempo para agarrar el camino al sur, desde que me lo propusieron, hasta el momento en que llegué a donde me encuentro ahora. Luego de pensarlo un tiempo decidí que si la tomaba, casi cualquier cosa es preferible a llegar a pensar el odioso "¿qué habría pasado si lo hubiese hecho?" Así que luego de cuatro días que tomé para buscar casa, un lunes 2 de agosto, agarré mis cosas y, yo lo menciono, fusilándome una frase de un libro de Carlos Fuentes, que, "dejé el orden de mi casa, para llegar al desorden de mi libertad". Que si hice bien o mal o si fue la decisión correcta, creo que aún es demasiado pronto para contestar eso. Ha habido de todo como en botica, momentos malos, peores, buenos y mejores; gente de todo tipo y sus costumbres. Me salió mi lado pseudo antropológico, viendo las diferentes formas de ser de la gente, si a eso se le suma que vine a dar a un pueblo, pues fue mas divertido. Cosas que me llamaron la atención, como que la gente use gruesas chaquetas y bufanda y en ocasiones hasta guantes... en julio o agosto, porque esta "frío" en las mañanas, bueno, ¿frío en esa fecha y en este hemisferio? Que a la menor seña de frío invernal, saquen sus abrigos; que para casi todo usen tapabocas o que muchas veces tenga que circular en las calles del pueblo, al paso del ciclistas o del caballo que va adelante. Muchas veces dije la frase "costumbres de pueblo", pero no había estado tan seguro de lo que significaba, hasta que llegué aquí, que a pesar de estar muy cerca de una ciudad como León, Guanajuato, conservan esas costumbres.
¿Qué me pasó con el cambio? No se aún, ¿soy otra persona? Yo mismo, solo puedo decirlo en cuanto al aspecto, en cuanto a mi persona, no lo se, eso lo podría decir la gente que trata conmigo.
Luego de llegar y darme cuenta que cuando uno se cambia a un lugar nuevo, no tiene nada, cosa que se puede decir, pero ya vivirlo es otra cosa; me puse a explorar el lugar en donde estaba. Cada que a alguien le decía de donde vengo, se me quedaban mirando y me preguntaban "¿y que estas haciendo en ese pueblo? Salte de ahí".
Pues han pasado ya seis años y aquí sigo, no me he salido, le he encontrado al lugar sus ventajas y desventajas y quien sabe, tal vez me he acostumbrado a vivir en desorden pero libre.

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