martes, 15 de julio de 2014

Communication breakdown


A veces siento que estoy en una posición un tanto curiosa, estudié electrónica, si ya la ingeniería está estrechamente relacionada con los cambios tecnológicos, la electrónica ni se diga, todo lo que se inventa, se mejora, se hace más pequeño, se le agrega esto o aquello, se instala una supuesta pantalla de mejor resolución, le ponen cámara de fotografía, mejor que ahora sea de video y un largo etcétera. Cuando se compra algo, lo que sea, una tablet, celular, cámara, computadora (cualquiera mac o pc, es lo mismo), televisión, lo que sea, al salir de la tienda ya casi está pasado de moda, cuando no obsoleto y si se saca a plazo, al terminarlo de pagar no sería raro que ya nos “perdimos” una, dos o más versiones más recientes, claro, dependiendo del plazo en que se terminó de pagar y al hacerlo ya queremos el nuevo equipo.

Muchos de esos equipos nos permiten estar comunicados con personas que no podemos hacerlo  físicamente. Recuerdo como mi mamá me contaba alguna vez como sí existían los anuncios personales en las revistas y cómo muchas personas se escribían y mantenían comunicación durante meses o años; eran esos anuncios una especie de antecesores de las redes sociales actuales. Pero ¿cuánto tiempo se toma una persona en pensar, escribir, enviar una carta? ¿cuántos días se tarda en llegar a su destino? Nos hemos acostumbrado a lo, prácticamente, inmediato. Si bien las computadoras cada vez más rápidas ahorran a la larga mucho tiempo en el trabajo de enviar una nave al espacio a la hora de hacer los cálculos; nos han también mal acostumbrado, porque estamos desesperados en recibir una respuesta a un mensaje, aceptación a la solicitud de amistad o que nos contesten un “dm”.

Seguramente en un principio, hace apenas unos años, el concepto de la oficina en casa, era interesante, claro, se podían revisar los mensajes si eran urgentes, al llegar a casa en la computadora de la familia. Luego nos resultó que prácticamente la oficina la podemos llevar en la bolsa del pantalón, porque ya los celulares no solamente tienen cámara de video, que hace unos siete años eran toda una novedad, no, ahora tienen acceso a internet y podemos, al mismo tiempo recibir mensajes en nuestra computadora y en el mismo celular y así en cualquier hora responder los mensajes urgentes y los no tanto. Lo malo, también nos llevamos el estrés camino a casa, al bar, a la casa, con la novia, los hijos, la movida, ¡a donde sea! Y junto con el trabajo también ya no hace falta esperar a llegar y sentarse frente a la computadora en nuestro cuarto; todas, literalmente, todas las redes sociales en que nos inscribamos las llevamos en “la palma de la mano”, como dice un comercial.

Esto último es algo de lo que más odio; en muchos aspectos parece que estamos viviendo como en un capítulo de mi serie favorita Viaje a las estrellas o Star trek, con pequeños aparatos por los que hablamos; pero lo que nunca salió en la serie es que no se le presta atención a la gente. ¿Contradicción? En cierta forma sí, porque si vivo en otra ciudad, puedo estar en contacto con mis padres, novia, esposa, hijos, amigos; pero puede darse el otro lado, vivo en la misma ciudad y estar físicamente con mi novia o mis padres y no poner atención a lo que dicen porque estoy contestando mensajes que alguien más me envía por Facebook, Twitter, email o lo que vaya apareciendo. Ponemos atención al que está a 5, 10 o 30 Km y no escuchamos al que está al otro lado de la mesa.

Si sabemos que en persona no podemos estar poniendo atención realmente a dos, tres o más personas, ¿qué nos hace pensar que si pondremos la atención debida a dos, tres o más personas que escriben? Inevitablemente a alguno desatendemos y no es raro que ese sea el que está más cerca. Como si el índice de atención a la persona, fuera inversamente proporcional a la distancia que está de nosotros. Sería interesante tratar de sacar una fórmula matemática para esto.

Así como parece que se perdiera el interés por tomar un lápiz (sí, todavía existen), pareciera que se fuera perdiendo el interés por tener una conversación frente a frente, como si se fuera incapaz de comprender más de 140 caracteres.

No se que es más triste, esto último o, que en lo personal sin ser un especialista en evolución humana, vea que es muy probable que en un futuro no muy lejano, desaparezcan en los humanos por tanto estar sentados frente a una pantalla, las partes redondeadas, carnosas, de la baja espalda, vaya, las nalgas. Ojalá no.

Esperemos a donde nos lleva esto, mientras bien podríamos usar las escaleras fijas en lugar de las eléctricas o dejar a un lado el celular y platicar con el que está enfrente.


La última

Me veo con mi ex y noto que apenas vio su celular, será que había mucho que decirnos, será que hacía mucho que no nos veíamos o que sabía que ya no habría otra más, pero toda la atención la tuvimos en el otro y nada más.

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